-Estoy llegando al final de mi vida y vuelvo la vista atrás y veo el camino recorrido, los recuerdos de mi infancia llegan frescos y lozanos, aquellos días de necesidades, el recuerdo de mi padre que tan joven se fué de ésta vida y tan sólos nos dejó a mí a mi hermano y a mi madre.
Afortunadamente he vivido una buena cantidad de años con sus luces y sus sombras, ni más ni menos como todos.
Lo más duro de mi vida fueron las pérdidas, la muerte de mi madre me afectó de forma especial, pero lo que realmente me marcó fué la pérdida de mi mujer, la compañera de mi vida me dejó a los setenta y pocos años y éso produjo un antes y un después en mi vida.
Siempre traté de cumplir lo mejor posible en mi trabajo y con mis hijos, y afortunadamente ellos ahora y desde la muerte de su madre han cuidado de mí.
Mi edad ya va siendo avanzada y cada vez me siento más débil, pero afortunadamente confío en los que me rodean y cuando llegue el último suspiro creo que seré recordado con cariño.
No creáis que no tiene importancia sentir que seré bien recordado, porque sí la tiene y mucho.
Mi vida se limita a la espera, a vivir tranquilo disfrutando de ésos pequeños placeres que quizás en otras edades pasen casi desapercibidos.
Mi mente funciona y mi cuerpo todavía tiene movimiento y éso ya es un regalo, sólo pido una muerte rápida y tranquila.
Vivid la vida, porque al fin y al cabo ¿no es un regalo el vivir?, y un regalo que dura muy muy poco.