Desde ésta celda observo la luz que entra por el ventanuco situado alto e ilumina la pared, llevo poco tiempo aquí y se que pronto entrarán me sacaran a la fuerza y me lincharán, estoy inmóvil no pienso en nada y ya nada me importa.
La lotería del destino me hizo nacer aquí en ésta zona del mundo tan castigada y el azar me convirtió en judío y crecí en éste mar convulso y lleno de odio, he matado y visto morir a familiares y amigos, lo acepto como pago inevitable por ésta vida que de muy joven me convirtió en preso del odio.
Ahora sólo un pensamiento ocupa mi mente que vengan mis compañeros y conviertan ésta aldea en un montón de escombros regados de los cadáveres de todos sus habitantes, éstos palestinos sólo merecen la muerte como yo también la merezco.
Estoy sentado en el suelo y fuera oigo las voces de mis enemigos y mi sangre fluye veloz por mis venas y les deseo la muerte una muerte despiadada y sangrienta que apague sus voces para siempre.
Yo voy a morir y no digo que no lo merezca, pero el juego está entre yo o ellos y aunque parezca mentira me prefiero a mi y éstos malditos enemigos aunque maten mi cuerpo no podrán matar mi espíritu ni el grito que oirán salir de mi garganta hasta que apaguen mi vida para siempre.
Ya ya siento yo ser como soy y estar donde estoy pero ¿que puedo hacer? ¿acaso elegi yo el venir a éste mundo? ¿acaso inventé yo el odio? simplemente soy un preso un preso del odio y nadie podrá cambiarme, la única solución es la muerte sólo ella podrá sacarme de ésta celda, de ésta maldita celda.
Se abre la puerta entre la multitud y su celda sólo un hombre, un palestino que trata de detener a la chusma retrocede hasta la puerta de la celda y dispara al aire -¡debe ser juzgado! ¡para llegar a éste hombre tendréis que pasar por encima de mi cadáver! – Pues lo haremos ten por seguro que lo haremos- tended en cuenta que antes me llevaré a alguno de vosotros por delante.
¿Porqué aquel palestino arriesgaba su vida por salvar la suya, la de un enemigo?, era algo que no comprendía, se salia de los esquemas y de la escena.
-¡No deis un paso más!
-¿Con cuantos acabarás antes de morir tú?
-¿quieres averiguarlo?
Sorprendentemente aquel hombre sólo ahuyentó a la masa y nuestro judío siguió con vida.
-¿Porqué los has hecho palestino?
-No creas que ha sido por ti, lo he hecho por mi pueblo, para ganarnos el respeto para ser un estado justo, lo he hecho por respeto a mi mismo y al mundo.
-¿De verdad crees que en éste mundo nuestro hay algo que respetar?
-Si pensara de otro modo tú ahora estarías muerto.
-¿Acaso crees que me importa?
-Me importa a mi y éso me basta.
El judío siguió en su celda y cuando al día siguiente la luz del sol entró por su ventanuco agradeció al cielo el estar vivo.