Cuanta importancia tiene la intención, porque yo intento algo y creo que es lo mejor y luego tu vienes y te enfadas.
¿Acaso soy yo un Dios para adivinar tu estado de ánimo?
Sabes que intento ser Dios, tú Dios, y sin embargo tu valoras otras cosas y yo no lo veo, y poco a poco voy acumulando violencia contra ti, y te miro y te pido algo para lo que tu no estás preparada, porque yo no te he preparado.
No, no somos iguales y aunque nos queremos hablamos idiomas distintos, y tu me miras y me sacudes un zarpazo y yo sin entender nada me lanzo violentamente sobre ti, y tu te defiendes.
¿Dónde vamos a terminar?
Yo en la cárcel, y tú en tu propia cárcel personal.