Querido Sake, hace ya seis años que te marchaste y quiero que sepas que tu recuerdo vuelve a mi de vez en cuando, por oleadas, y me causa sufrimiento.
¿Recuerdas nuestra convivencia?, yo no he tenido ningún amigo como tú, recuerdo lo que me ayudaste, la compañía que me diste, y como procurabas sacarme a pasear cuando yo tendía a quedarme en casa.
Tu origen japonés, aunque naciste en España, quizás explique tu fuerte temperamento y tu caracter temerario, no tenias miedo a nada ni a nadie, lo que quiero que sepas, me preocupaba.
Querido Sake, recuerdo el día que llegué a casa y te vi tumbado en el suelo, no te podías mover aunque estabas consciente, te llevé al veterinario en mis brazos, y por la calle me preguntaban ¿qué le pasa? y yo no sabia que decirles.
El veterinario no me dio esperanzas, tu edad y los síntomas presagiaban lo peor.
Luego te recuperaste y eras capaz de pasear a tu ritmo de siempre, rápido y vivaz.
Querido amigo te despediste de éste mundo en mis brazos.
No recuerdo peor visión que tus ojos apagados por la muerte, tú que tenias los ojos más bellos que nunca tuvo perro alguno.
Ahora descansas en el pueblo, en ése prado que puedo ver desde el balcón, y a veces me parece verte correteando por ése prado, y te recuerdo.
No he vuelto a tener perro, ni lo tendré, pero creo no equivocarme al pensar que tuve como perro al mejor de todos, y ése convencimiento nadie podrá quitármelo nunca.