Yo vivía en mi celda.
Una celda con barrotes.
Y no podía salir.
Llegaste a mi vida
Y entraste en mi celda
Y me conocistes y me acompañates en mi prisión .
Luego poco a poco fuiste borrando los barrotes de mi jaula
Con paciencia y amor.
Poco a poco fui despertando
Poco a poco me fui dando cuenta de que no estaba sólo.
Y te ví.
Sólo tenía ojos para tí.
Y luego me di cuenta que era libre
Y que mi libertad te la debía a tí.
Gracias querida.
Estoy en deuda eterna contigo.
Precioso escrito. El amor es el mayor liberador del hombre y de la mujer, es decir, del ser humano. Mueve montañas y hace posible lo imposible.
Un fuerte abrazo
Gracias Fernando por tu visita y por tu comentario.
Un Fuerte Abrazo 🙂 .
Precioso escrito Joaquín, que liberación de amor,este último cuando es real intenso todo lo puede.Un beso
Tienes razón querida amiga .
Un beso Mercedes 🙂
Acompañar a un prisionero hasta su liberación, es tarea difícil, que sólo el amor la hace posible.
Un fuerte abrazo, desde el tórrido Montevideo
El amor tiene una fuerza inmensa.
Gracias querida Stella y un Fuerte Abrazo 🙂 .
Que hermoso Joaquin! y eres poeta también…
ese acompañamiento es de los más duros pero y también hace sus milagros en quien lo realiza.
🙂
Gracias Flori tienes razón querida amiga.
Gracias por visitarme.
Un Fuerte Abrazo desde España 🙂 .