En determinados momentos estamos tristes y necesitados de ayuda.
Y los amigos acuden y consuelan.
Y nosotros hundidos por el dolor no escuchamos.
Y sus palabras y consejos no los oímos.
¿Acaso nuestro dolor importa a alguien? .
Y nos cerramos y lloramos.
Pero puede suceder y sucede que nuestro dolor puede impotar a alguien.
No cerremos los oídos ni el corazón.
Aunque el dolor nos invada dejemos abiertos los oídos y escuchemos.
Puede suceder que nos llevemos sorpresas agradables.
Nuestro corazón (el humano) es grande.