Yo soy pescador como lo fueron mi padre y mi abuelo.
Vivo en la costa de éste inmenso mar.
Aquí en éste pequeño pueblo todos sómos pescadores.
Arreglamos nuestras redes y salimos a la mar.
A mi me gusta llamar a éste océano la mar, porque el agua es femenina.
Ella acaricia mi frágil barca y me facilita los peces que son nuestro alimento.
Muchos jóvenes se han marchado.
Mis hijos salieron muy de mañana en una pequeña embarcación rumbo a Europa.
Sólo quedamos los mayores.
Ya casi no podemos pescar.
Ellos dijeron que nos ayudarán desde Europa pero sé de muchos que marcharon y nunca volvimos a saber nada de ellos.
El agua balancea mi barca.
Tengo unos peces capturados.
Hoy tenemos cena.
¡¡Mañana Dios dirá!!.