Hemos comenzado a hablar.
Estábamos comiendo y la conversación ha terminado en enfermedades.
En enfermedades nuestras.
En enfermedades de familiares cercanos y queridos.
De los buenos equipos médicos a los que tanto debemos.
Hemos reconocido la buena labor de los profesionales médicos.
Yo no puedo tener queja
Han sido siempre Buenos profesionales.
Y tu coincides conmigo.
Yo debo la vida a los médicos.
Tu padre también.
Y es reconfortante pensar así.
Porque siguen y seguirán tratándome ésos profesionales.
Y a tu padre también.
Posiblemente los buenos equipos médicos sean los que más merezcan nuestros halagos.
Luchan contra el sufrimiento.
Y es justo mostrarles nuestro agradecimiento.